domingo, 11 de junio de 2017

Primal Scream: Screamadelica

Año de publicación: 1991
Valoración: muy recomendable

Tras una acogida bastante discreta a dos primeros discos de orientación rockera, Primal Scream publican en 1991 Screamadelica. El entorno musical del momento es extraño. El movimiento grunge está en efervescencia al otro lado del Atlántico. Pero en el Reino Unido los tótems erigidos en los primeros 80 (The Cure, U2, New Order, Depeche Mode) no parecen tener artistas que puedan discutirles su liderazgo. La efervescencia allí es otra. Desde 1989, año del verano del amor, la explosión electrónica empieza a acaparar la atención. La gente compra esos discos, compra entradas a las discotecas donde se escucha esa música, y compra las drogas que parecen ser parte indisociable en su disfrute. 
Es lógico que esa escena clásica empiece a mostrar cierta permeabilidad hacia ese elemento emergente. New Order ya lo hicieron: Technique se produce en Ibiza y apuesta por las nuevas sonoridades, aunque se trataba de una banda que ya había sido pionera en ello. En 1990 Happy Mondays habían acaparado elogios con un luminoso disco, Pills'thrills'n'bellyaches, que había contado con la producción de Paul Oakenfold y Steve Osborne, más famosos como DJ's. 
Se suele recriminar a Primal Scream su tendencia a la influencia de los productores en sus discos, su maleabilidad, como si se les atribuyera escasa personalidad como banda. Pero lo cierto es que Screamadelica no es el mejor ejemplo para refutar dicha afirmación. Porque este es un disco de productor. Un excelente disco de productor y con un magnifico resultado, pero un ejemplo de cómo el diseño de sonido arrasa en una obra y cómo llega a situarse por delante arrinconando, muy propio de los tiempos, a la banda. Que se lo digan a Bobby Gillespie, cantante y cara visible del grupo (y ex miembro de The Jesus and Mary Chain) cuyas virtudes vocales quedan arrinconadas a tres canciones en este disco. Los dos números más clásicos: la stoniana Movin' on up y la balada Damaged (adelantando toda la carrera de The Verve), y la mejor canción del disco, la volátil Higher than the Sun.
Porque ya iba siendo hora de explicar a quién cabe atribuir que este disco sea considerado como una obra pivotal. Que no es otro que Andrew Weatherall, Un tipo de aspecto extraño, ya por aquel entonces, productor rebosante de ideas que integraban aires dub, electrónicos, cierta acidez metálica (no esa clase de metal) , capaz de convertir una atractiva balada de un disco anterior, I'm losing more than I'll ever have, en una especie de himno post-house (el clásico Loaded), y artífice del sonido de la mayoría de las canciones del disco, a base de intercalar sus ideas por doquier, convirtiendo Screamadelica en un festín de ecos, efectos, excesos oníricos (escúchese Inner Flight y compárese con cualquiera de las canciones incluidas en albumes posteriores, ya sin Weatherall, como XTRMNTR) en el que el sonido del productor le erigiría a una bien merecida fama, que lógicamente no siempre ha sido tenida en cuenta. A partir de ese disco, Weatherall pasaría a producir tanto discos propios como de otros artistas y a remezclar a toda la humanidad. Primal Scream mantuvieron una carrera con altibajos, condicionados por la enorme respuesta de este disco, del cual, aunque el mérito sea compartido, puede decirse que constituyó un auténtico hito en lo que se refiere a la asimilación de las sonoridades electrónicas por la escena del rock convencional. Mucho más creativo, inspirado e influyente que las opciones más fáciles que tomaron grupos como The Chemical Brothers o The Prodigy. Un disco único, y a mucha honra.

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